
En 2008 participaría en otra edición de Gran Hermano, esta vez en India, y sería la que tristemente la catapultaría como "la primera estrella mundial de la telerrealidad", como afirmara tras su muerte su representante. En dicha ocasión, se le detectaría en directo la enfermedad, tras lo que volvería de inmediato a Gran Bretaña.

Es verdad que los medios generalmente se mueven para ofrecer a la audiencia lo que a ésta interesa, pero en ocasiones, deberíamos plantearnos contar con algo de humanidad a la hora de decidir que mostramos ante la cámara y qué no. El esperpento vivido con esta mujer ha dejado claro que algo no funciona. Como asegurara una pintada que apareció hace meses en Londres al respecto, los medios funcionan a veces como una bandada de buitres, al acecho de cualquier trozo de carnaza que les proporcione el morbo necesario.
Los últimos meses de Goody, no hicieron más que colmar la penosa trayectoria mediática de la inglesa. Resulta realmente sorprendente que una persona, por el simple hecho de aparecer en unos concursos, se gane el corazón de toda una nación, del primer ministro, del ministro de justicia... Jane Goody no fue más que una persona de bajo nivel cultural a quien le salpicó el temido cancer; sin embargo, más que preocuparse en luchar por salvarse, decidió lucrarse como lo venía haciendo, esta vez con su propia muerte.
La ex de Gran Hermano decidió vender su agonía al mejor postor. Todos los medios del país pudieron regozijarse en esos meses viendo cómo contraía matrimonio con otro concursante del programa en el hospital, o cómo se bautizaba junto a sus hijas ante las cámaras. El seguimiento de los medios fue total durante ese medio año que duró su lucha, e incluso llegó a vender su funeral, del que se aseguró que sería un espectáculo como la propia vida de Goody. Llegados a este punto, cabe preguntarse qué queda de humano en el negocio de la prensa del famoseo. La ética ha brillado por su ausencia, y las cámaras han preferido plasmar en la televisión a la jóven de 27 años muriéndose.
En la humilde opinión de un servidor, quizás habría sido más humano y honrado rechazar esas imágenes, abstenerse de un negocio redondo por una vez, en pos de respetar los últimos días de una moribunda, que deberían haber sido de paz e intimidad, de vida con la familia y de tranquilidad. En vez de eso, se convirtió por su propia voluntad en un vaivén de cámaras, en millones de personas contemplando desde su casa su cuerpo debilitado, con un único objetivo: llenar la caja fuerte personal, y morir "en boca de todos". Al menos, tuvo la decencia de desear que su muerte no fuera filmada, y pudo morir en paz.
Tal y como dijera ella misma, "Sí, la gente dirá que hago todo esto por dinero. Y tienen razón. Pero no lo hago para comprar coches de lujo o grandes casas. Lo hago por el futuro de mis hijos, por si yo falto. No quiero que mis hijos tengan la misma infancia miserable, plagada de drogas y marcada por la pobreza que tuve yo". Personalmente, no creo que la muerte sea algo de lo que haya que sacar provecho.
Sin embargo, su mensaje tuvo mucho calado. Tal es así, que hasta Gordon Brawn mostró sus condolencias tras el anuncio de su fallecimiento. Igualmente, algo realmente sorprendente fue que a raíz de este caso, el número de mujeres que acudió a realizarse exámenes médicos para prevenir el cáncer de útero aumentó un 20% a raíz del caso de Goody. Es increíble lo que puede llegar a hacer un caso mediático, movilizando a sectores de la sociedad, y atrayendo la mirada de todo un país.
