viernes, 24 de abril de 2009

Jane Goody abandona la casa

La ex-concursante de Gran Hermano británica Jane Goody falleció el pasado 22 de marzo víctima de un cáncer cervical diagnosticado seis meses antes. Este fue el trágico final de su vida, pero no de lo que creó de ella. Sus experiencias en los concursos de telerrealidad y el diagnóstico de su enfermedad hicieron de ella una estrella durante sus últimos días... e incluso tras su muerte.

Jane Goody se hizo famosa en la edición británica del concurso Gran Hermano, que tanto éxito ha cosechado en nuestro país, allá por 2002. Su participación fue bastante singular de por sí, y demostró su bajo nivel cultural, con grandes 'perlas' como afirmar que Saddam Hussein era un boxeador, que Río de Janeiro era una persona, o por su 'barriobajera' forma de hablar. A partir de ese momento, Gran Bretaña seguiría a dicha participante en las tertulias, programas, etc. a los que sería invitada. Sin embargo, tuvo tiempo para añadir más manchas en su currículum. En 2007, en un concurso de misma temática especial para famosos, sería objetivo de las cámaras de todo el globo al criticar e insultar gravemente a una de sus compañeras (Shilpa Shetty) de forma racista debido a sus orígenes indios. Esto fue su gran salto a la fama, aunque sus índices de popularidad bajaran considerablemente.

En 2008 participaría en otra edición de Gran Hermano, esta vez en India, y sería la que tristemente la catapultaría como "la primera estrella mundial de la telerrealidad", como afirmara tras su muerte su representante. En dicha ocasión, se le detectaría en directo la enfermedad, tras lo que volvería de inmediato a Gran Bretaña.

Y aquí comenzó el "circo Goody". La ex-concursante decidió entonces iniciar la lucha contra el cáncer, pero hacerlo de forma particular: rodeada de los medios de comunicación. Su vida y su evolución se convirtieron en pasto de las cámaras, que se cebaron a su costa de imágenes morbosas y recriminables desde todos los puntos de vista. Esta falta de ética fue autorizada y llavada a cabo por voluntad de la propia Goody; según afirmó ella, para poder así sacar de la pobreza y garantizar un futuro a sus dos hijos, de 4 y 5 años. El seguimiento fue continuo durante los 6 meses que duró su agonía hasta que la madrugada de ese día 22, falleciera en su domicilio.

Es verdad que los medios generalmente se mueven para ofrecer a la audiencia lo que a ésta interesa, pero en ocasiones, deberíamos plantearnos contar con algo de humanidad a la hora de decidir que mostramos ante la cámara y qué no. El esperpento vivido con esta mujer ha dejado claro que algo no funciona. Como asegurara una pintada que apareció hace meses en Londres al respecto, los medios funcionan a veces como una bandada de buitres, al acecho de cualquier trozo de carnaza que les proporcione el morbo necesario.

Los últimos meses de Goody, no hicieron más que colmar la penosa trayectoria mediática de la inglesa. Resulta realmente sorprendente que una persona, por el simple hecho de aparecer en unos concursos, se gane el corazón de toda una nación, del primer ministro, del ministro de justicia... Jane Goody no fue más que una persona de bajo nivel cultural a quien le salpicó el temido cancer; sin embargo, más que preocuparse en luchar por salvarse, decidió lucrarse como lo venía haciendo, esta vez con su propia muerte.



La ex de Gran Hermano decidió vender su agonía al mejor postor. Todos los medios del país pudieron regozijarse en esos meses viendo cómo contraía matrimonio con otro concursante del programa en el hospital, o cómo se bautizaba junto a sus hijas ante las cámaras. El seguimiento de los medios fue total durante ese medio año que duró su lucha, e incluso llegó a vender su funeral, del que se aseguró que sería un espectáculo como la propia vida de Goody. Llegados a este punto, cabe preguntarse qué queda de humano en el negocio de la prensa del famoseo. La ética ha brillado por su ausencia, y las cámaras han preferido plasmar en la televisión a la jóven de 27 años muriéndose.

En la humilde opinión de un servidor, quizás habría sido más humano y honrado rechazar esas imágenes, abstenerse de un negocio redondo por una vez, en pos de respetar los últimos días de una moribunda, que deberían haber sido de paz e intimidad, de vida con la familia y de tranquilidad. En vez de eso, se convirtió por su propia voluntad en un vaivén de cámaras, en millones de personas contemplando desde su casa su cuerpo debilitado, con un único objetivo: llenar la caja fuerte personal, y morir "en boca de todos". Al menos, tuvo la decencia de desear que su muerte no fuera filmada, y pudo morir en paz.

Tal y como dijera ella misma, "Sí, la gente dirá que hago todo esto por dinero. Y tienen razón. Pero no lo hago para comprar coches de lujo o grandes casas. Lo hago por el futuro de mis hijos, por si yo falto. No quiero que mis hijos tengan la misma infancia miserable, plagada de drogas y marcada por la pobreza que tuve yo". Personalmente, no creo que la muerte sea algo de lo que haya que sacar provecho.



Sin embargo, su mensaje tuvo mucho calado. Tal es así, que hasta Gordon Brawn mostró sus condolencias tras el anuncio de su fallecimiento. Igualmente, algo realmente sorprendente fue que a raíz de este caso, el número de mujeres que acudió a realizarse exámenes médicos para prevenir el cáncer de útero aumentó un 20% a raíz del caso de Goody. Es increíble lo que puede llegar a hacer un caso mediático, movilizando a sectores de la sociedad, y atrayendo la mirada de todo un país.

El caso de esta mujer, que en paz descanse, debe hacernos pensar a todos sobre qué nos está pasando. Dónde se ha quedado la poca humanidad que se supone tenemos, y en qué momentos perdimos el sentido común. Jamás deberíamos dejar que alguien se lucrara con su muerte, y menos aún que los periodistas se dedicaran a explotarla, dándole la razón al final a Goody. ¿Hasta qué punto piensa llegar la prensa del corazón y del famoseo, esa que no se mueve más que por y para el morbo, con estos casos macabros? Pues nada, sigamos así, haciendo un espectáculo hasta de un funeral, el último sitio que debería serlo.

jueves, 16 de abril de 2009

Berners-Lee o el hombre "WWW"

Tim Berners-Lee no podía imaginar lo que iba a suponer su creación. Si bien sabía que en el futuro próximo supondría una revolución en todas las áreas del conocimiento, este londinense de padres matemáticos, nacido en junio de 1955, no podría nunca prever el alcance del invento que llevaría a cabo 33 años después.

Licenciado en Física en el Queen's College, por la universidad de Oxford, Berners-Lee estuvo trabajando durante varios periodos de su vida en el Laboratorio Europeo de Física de las Partículas de Ginebra; en el CERN (Centro Europeo de Investigaciones Nucleares). Y fue precisamente en este centro, en el que un buen día de 1989 se le pasaría por la cabeza la posibilidad de crear un sistema para que todos los científicos del mundo, y los físicos en concreto, pudieran intercambiar datos, compartir sus experiencias y experimentos, y poner en común su trabajo, sin problemas de movilidad, con el menor gasto temporal posible, y con la mayor facilidad. Por ello, presentaría en marzo de ese mismo año su proyecto ante dicho centro.

El genio británico ya anticipó años atrás lo que sería el primer paso de su creación final, un programa conocido como "Enquire", para almacenar y recuperar información a partir de asociaciones aleatorias. Pero su verdadero logro sería el posterior. Berners-Lee recibiría la aprobación de su proyecto por parte del CERN año y medio después de presentado, y con ello se crearía el primer navegador de la historia, mundialmente conocido como World Wide Web.



Esta nueva herramienta se basaría en la universalidad del lenguaje, y se llevaría a cabo utilizando sistemas completamente innovadores: el Hyper Text Markup Language, más conocido como HTML, que permitiría establecer enlaces con otros documentos en una máquina, y el esquema de direcciones que genera una localización única para cada página, URL (Uniform Resourse Locutor). Posteriormente, diseñaría también el HTTP, o (Hyper Text Transfer Protocol), para transferir la infromación a través de la red. Todos estos hallazos, son los que nos permiten movernos y navegar con total facilidad por las Webs, pudiendo 'saltar' de una a otra siguiendo los enlaces determinados, y marcando nuestro propio rumbo.

Gracias a la liberación del software del servidor de forma gratuita por parte del CERN, su difusión resultó ser muy rápida. Tanto fue así, que el número de servidores Web pasó de veintiséis de 1992 a aproximadamente doscientos en octubre de 1995. La cantidad de servidores en Internet no ha dejado de crecer desde entonces, y hoy en día, se contabilizan más de 80 millones de sitios Web en el mundo.

Berners-Lee, en vistas del estancamiento europeo a la hora de progresar, decidió trasladarse a Boston, concretamente al Instituto Tecnológico de Massachussets, para seguir con su trabajo. En él, entre otras cosas, crearía el consorcio conocido como W3C (World Wide Web Consortium), que ejercería desde entonces como protector y depositario de la Red, promoviendo la idea inicial de Berners-Lee de que la red fuera de caracter libre, y luchando contra los posibles sofware que incluyeran derechos de autor por parte de empresas. De ahí que el físico se considerara como el creador y el protector de la red.

Sería a partir de finales del año 2004, que Berners-Lee iniciaría otro proyecto, esta vez en Southampton (Inglaterra). Se trataría de la Web Semántica, que se encarga de resolver algunas deficiencias de la red tal y como la conocemos, utilizando tecnologías de descripción de los contenidos, para así dar más claridad a cada sitio clasificándolo según su naturaleza. Es por tanto una forma de añadir informaciones adicionales que esclarecen el contenido, el significado y la relación de los datos.


Estos logros serían primordiales para toda la red que conocemos actualmente. La idea inicial de conectar a toda la comunidad de físicos, trastocaría el panorama global para todo tipo de actividades, ya sean científicas, informativas, económicas, etc. La facilidad con la que podemos compartir información haciendo únicamente unos clics a nuestro ratón, se la debemos por tanto a este londinense. Debido a su trabajo, Berners-Lee ha recibido numerosos reconocimientos, tanto dentro del mundo científico ("Premio de Tecnología del Milenio" en 2004, etc.), como por los méritos acumulados a lo largo de su carrera (rango de "Knight Commander" de manos de la Reina Isabel II, Premio Príncipe de Asturias, o la Orden del Mérito, entre otros muchos).